jueves, 14 de julio de 2011




Mi poema nació del vértigo de insitar
a mi desmemoria el regreso de la infancia.


De manos mancas el amor en un siglo de jóvenes que escriben para aproximarse;
en la borra, en los cuerpos, en un boulevard.


Ya no me puede amparar el mismo nido, repetía maquinariamente.


He intentado subir una escalera vigorozamente,
avanzaron mis diez dedos, encarnando uñas,
agudizando la mugre que armaba castillos de tierra en mis piernas.


Cada paso resultó una apreciación diferente y poderosa,

versifiqué mi único singular rincón, pasaje estrecho,
divertido, desnudo,
indeciso, despiojado, disonante.


Me exijo atravezarme escribiendo,
estado actual corporeo tranquilizante.

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