lunes, 24 de octubre de 2011



18 PRETÉRITO E INFINITIVO

Se coronó el techo de tallos rojos, las horas se sucedieron laberínticas;
en el cuarto las canciones respetaron el sentido de la espera, cambió la forma del llanto:
fue representada como el tiempo ido.

Pretérito e infinitivo, pactaron juntos el día siguiente, intermitente todavía.

Soy un cúmulo de circunstancias, un cúmulo de incidencias variables,
soy la imaginación a punto de quedarse dormida.

Escribir es la instancia de cabalgar con lirios en la boca. Mistificar la infancia, con la garganta un poco rota de gritar que un día crecí. La sonoridad es en esta voz el pico quebrado de un pájaro. No necesito oír despliegues de razones del por qué lo hice.

Afuera el pastizal es extenso y personajes corretean ajenos a mi historia.
Un hombre consume evangelios en una tienda a oscuras.
Una mujer desdichada hace sonar sus dedos.
La avenida, el tránsito, los finales felices.

Correr de inocencia.

miércoles, 19 de octubre de 2011



YO TAMBIÉN SIGO RÍOS
a L. M

Despedir a las plantas, agua y animales.
Perdí el sentido de volver apasionado porque volví con el navegar inérte y apático.
Volví como quien viene de un fracaso y saluda.
Reían de mi carencia los del acuario, desafectado, yo seguía otras aguas.

Un río es un río de luces prendidas y sonidos.
Circunstancias que enamoran al temporal que derribó la casa de barro de un pájaro.
Los temporales y el pájaro me quieren lavar la boca con agua de río inestable.
Fue un segundo y todas las aguas decidieron sobre mi vida acuática, mi fauna sumergida.

Mi pelo se empapó de líquidos indefinidos y pensé, mojado:
¿En qué pozo azules urgentes pactan hogares para mí?.

Estar empapados, blancos y arrugados.
Hablar con todos esos verbos.
Ahora escuchar todos esos verbos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Pastizal extenso donde niños corretean ajenos.
Un hombre consume evangelios en una tienda a oscuras.
La avenida, el tránsito, los finales felices.
Instancia de cabalgar, de lirios en la boca hasta la madrugada.
A mistificar la infancia, con la garganta un poco rota de gritar que un día crecí.

La sonoridad es en tu voz el pico quebrado de un pájaro.
No necesito oírte más en tu despliegue de razónes del por qué lo hice.