lunes, 24 de octubre de 2011



18 PRETÉRITO E INFINITIVO

Se coronó el techo de tallos rojos, las horas se sucedieron laberínticas;
en el cuarto las canciones respetaron el sentido de la espera, cambió la forma del llanto:
fue representada como el tiempo ido.

Pretérito e infinitivo, pactaron juntos el día siguiente, intermitente todavía.

Soy un cúmulo de circunstancias, un cúmulo de incidencias variables,
soy la imaginación a punto de quedarse dormida.

Escribir es la instancia de cabalgar con lirios en la boca. Mistificar la infancia, con la garganta un poco rota de gritar que un día crecí. La sonoridad es en esta voz el pico quebrado de un pájaro. No necesito oír despliegues de razones del por qué lo hice.

Afuera el pastizal es extenso y personajes corretean ajenos a mi historia.
Un hombre consume evangelios en una tienda a oscuras.
Una mujer desdichada hace sonar sus dedos.
La avenida, el tránsito, los finales felices.

Correr de inocencia.

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