Camino al Dique Luján los camalotes flotan en el agua oscura. Vemos las barcas estacionadas y un mirlo canta es su jaula, danza en nuestra llegada con movimientos nada felices, pues, es encierro. Dos pavos reales lucen sus plumas, enamoran.
Mi hermano se amaca, ríe y detiene. Todo invita a la quietud, callamos. El fango invade mis zapatos y me traga. Veo un árbol que babea pero el puente todavía está firme. Nadie baila sobre el barro cuando volvemos a casa dejando atrás algunos amigos.
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