lunes, 17 de mayo de 2010


Cuando terminada la larga espera de interminables once meses que quedarían en reposo hasta volver a vivirlos en los próximos años, llegó Diciembre (fecha de mi cumpleaños y el frío, tan ligados).
Otra navidad de luces y din don dan arrimaban a nuestras casas contagiándonos el carnaval que consigo trae. Pisamos la nieve dejando profundamente marcadas nuestras pequeñas huellas, con el ropero encima y con una necesidad realmente grande corrímos pateando los muñecos que otros hicieron, mirando el pueblo de lejos, llegando a lo profundo del bosque para recolectar las ramas que nos abrigarían en la noche y nos harían jugar cuando el fuego baile, en la chimenea, formando caras, continentes, quizá rocas o animales.

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